Las medidas impulsadas a partir del año 2004 con cambios en la legislación y reglas tributarias constituyeron un progreso. La política estatal formalizadora que predominó en los últimos años principalmente hizo que aumente la cantidad de contribuyentes, pero el estancamiento de la presión tributaria desde 2012 muestra en términos monetarios, que se precisa una mayor carga tributaria en los sectores de altos ingresos, en vista de los datos existentes (oficiales y de organismos internacionales) que indican un exiguo monto de pago de impuestos por parte de estos sectores en relación a sus ingresos.
El otro elemento, también fundamental y que contribuye a una baja recaudación tributaria en el país, lo constituye la evasión y elusión fiscal. Un desafío del Estado es encontrar la manera de avanzar hacia la reducción significativa de estas prácticas, prestando especial atención a
los niveles de evasión del impuesto a la renta, ya que ello, en términos de montos, resta significativamente recursos públicos. En el caso de la evasión y elusión trasnacional, el desafío es avanzar hacia una articulación y relacionamiento global más efectivo entre Estados para afrontar esta situación.
Una buena fiscalidad consiste en una recaudación óptima y la asignación eficiente de los recursos para lograr una alta productividad económica y el bienestar de las y los ciudadanos. En ese sentido, no debe haber incompatibilidad entre las políticas orientadas al crecimiento económico y las políticas encaminadas a la equidad social.