Las responsabilidades familiares de las mujeres ponen limites a su oferta de trabajo y las convierten en inactivas y sin independencia económica. Las mujeres que ingresan al mercado laboral se encuentran con que este mercado les responde con discriminación salarial, segregación ocupacional, precariedad laboral e incluso con trabajo familiar no remunerado. Un enfoque de género para el trabajo femenino debe contemplar varias políticas públicas: la incorporación de la política de cuidado familiar, una política de protección social que asegure mayor cobertura para las mujeres, una política de empleo con mayor formalización y una política de agricultura familiar campesina orientada a mejorar los ingresos de las mujeres campesinas.
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