La ONG Decidamos, miembro de la plataforma Paraguay Debate, ha logrado realizar éste artículo que lo copiamos in extenso por considerarlo oportuno para el análisis de la coyuntura actual.
Más allá de la importancia pedagógica, a fin de fortalecer la democracia, que representa cualquier movimiento callejero y participativo que impulse transparencia y fin de la impunidad del personal político, sobretodo cuando este está en el Parlamento, órgano supremo de representatividad popular (por lo menos en la teoría); igualmente hay que asumir la existencia de una duda profunda acerca de los tiempos en que esta protesta se realiza, que lleva a preguntarse: “esta situación no era nota también 6 meses atrás? Entonces porque en las elecciones del 21 de abril se votó una vez más a este tipo de parlamentarios”? Y en ese sentido no hay excusa de lista abierta o cerrada, demasiadas propuestas electorales hubo para esconderse detrás de pretextos. Los actuales parlamentarios lograron votos de sobra para estar allí y sin duda alguna tiene una legitimación ciudadana amplia para ejercer su cargo.
Pero es cierto también que gracias a la presión de la prensa (y al interés de Cartes en debilitar el parlamento, y que permitió exponer públicamente las planillas de funcionarios) se ha confirmado definitivamente y sin lugar a duda el avanzado nivel de nepotismo y prebendarismo de la gran parte de los parlamentarios (no de todos, es injusto poner a todos en la misma bolsa); pero no me digan los manifestantes que antes de eso no sospechaban nada.
Pero quizás, más allá de todo esto, tenga también una cierta influencia en lo que está pasando el fin del enfrentamiento ideológico que nos acompaño por 5 años y que se expresaba en el conflicto permanente entre parlamento (tradicional) y ejecutivo (progresista), y la vuelta a la “normalidad” institucional con un presidente “tradicional” aliado a un parlamento “tradicional”. Una situación esta que pudo haber tenido como consecuencia una suerte de despertar de muchas conciencias hasta ahora aturdida por el “odio ideológico” (insensato, por cierto), y que finalmente han podido darse cuenta del tipo de personal político que ellos mismos eligieron en parlamento el 21 de abril.
Esto explicaría también porque por primera vez tanta gente de clase medio-alta (dueños de restaurantes y locales comerciales) se haya sumado a este tipo de acción, institucionalizando algo tan “callejero” como es el escrache.
Si así fuera la situación se vuelve interesante, porque cumple un salto de calidad en la concepción de la democracia en los paraguayos (y paraguayas). La critica no se dirige más a un conjunto sin forma como es “el partido tradicional” o “el parlamento” sino específicamente hacia “x” específicas personas (23 en este caso, todas con nombres y apellidos) culpables de haber hecho algo reprochable por la ciudadanía (no haber desaforado a Bogado acusado de prebendarismo) y que por esto pierden su confianza como propios representantes en el parlamento.
De esta forma cambiaría no solamente la manera de enfrentar la problemática del prebendarismo y de la impunidad de la clase política paraguaya, sino que cambiaría radicalmente la misma manera de enfrentarla. Porque si antes la protesta apuntaba a criticar al sistema y proponer un cambio político (a realizarse con las elecciones) ahora apunta directamente a las personas, a propugnar un cambio del personal político sin preocuparse de su partido de pertenencia. Es decir no se critica más de manera generalizada al contenedor (sistema político y de partidos) sino más bien se critica al contenido (específicos parlamentarios, con nombre y apellido); y acordémonos que los contenidos siempre son más fáciles de cambiar que los contenedores.
Así que la perspectiva global cambia totalmente. Es verdad que los parlamentarios han sido elegido desde hace poco y tiene alta legitimación ciudadana conseguida trámite elecciones limpias y internacionalmente controladas. Pero en Paraguay en las elecciones no se eligen los parlamentarios, se eligen a los partidos, y los manifestantes no están metiendo en discusión la legitimidad de la ANR a tener 19 senadores y del PLRA a tener 13, sino más bien pone en discusión a “ciertas” personas, que en nombre y por cuenta de esos partidos ejercen ese cargo. Pero esas personas no son insustituibles… tienen suplentes.
Esto presupone la apertura de una nueva frontera de la política paraguaya y de la acción ciudadana en esta. Si la protesta contra el sistema por cuanto importante no tiene solución inmediata, y necesita de momentos electorales para eventualmente afirmarse y determinar el cambio, la protesta contra especificas personas, sustituibles a partir de la simple aplicación de la normativa vigente (los suplentes están justamente allí para sustituir a los parlamentarios) es algo mucho más concreto y factible.
Si por allí los manifestantes, y quienes los apoyan, consiguieran mantener alto el nivel de movilización, hasta determinar una asunción generalizada de conciencia en la ciudadanía que los 23 senadores han perdido toda legitimación a actuar como representes del pueblo, y si eso impulsara que no digo todos, pero sí una parte de ellos decidiera frente a la presión ciudadana dejar el cargo a sus suplentes, llegaría a determinarse un cambio colosal en la cultura política nacional, porque desde ese momento estaría claro para todo parlamentario que su actuación tiene consecuencia, y que la impunidad se acabó por siempre para ellos.