Para el Paraguay, la integración regional tuvo dos etapas bien distintas. En la primera, en la década del noventa, la integración sirvio fundamentalmente para evitar retrocesos en el proceso de transición democrática del país. Sin embargo, las ganancias económicas de la integración se mantenían ausentes. En una segunda etapa (2003-2013) el Paraguay comenzó a experimentar los beneficios de la integración tanto por un esfuerzo importante de sus exportaciones a la región como de un papel más pro-activo de los gobiernos nacionales.